14/2: Desmitificando el amor romántico

Una de las representaciones sociales más influyente en nuestra sociedad es la del amor romántico. ¡Atención! Con romántico no me refiero al movimiento literario y filosófico que surgió en centro Europa al final del siglo XVIII y XIX. Me refiero, principalmente, al tipo de relación humana que los griegos denominaron “Eros”. En relación con el amor romántico tenemos innumerables obras literarias y películas. De hecho, podemos decir que el amor romántico corresponde a un género literario.

Como sabéis los griegos consideraban esencialmente cuatro tipos de amor. Muy brevemente:
“Erovenus-colonna1s” es el tipo de amor que se define por la atracción sexual.  Se establece en base a la seducción, el deseo y la práctica sexual. Hasta cierto punto este tipo de amor es un componente necesario de lo que entendemos amor romántico hoy en día. Es apasionado, relacionado con los instintos y por definición poco duradero. Aunque ocupaba su función, era muy poco prestigioso en la Grecia clásica. Para los griegos “Eros” tenía connotaciones muy negativas ya que era producto de los instintos.

“Storge” es el amor producto del parentesco biológico. Implica la lealtad y fidelidad a la familia. Es el amor propio de los padres por sus hijos y viceversa o de los hermanos.

“Philea” es el amor que definía la amistad fruto de la libre elección. Era el propio de los guerreros en combate. Implicaba solidaridad y prácticas de cuidado. La razón jugaba un gran papel en el mismo ya que no estaba condicionado por la naturaleza como en los dos anteriores tipos de amor. “Fileo” también se relacionaba con el funcionamiento de la ciudad y con la práctica de la política. Es el amor que se asocia al bien común. A veces también se utilizaba para describir la relación entre padres e hijos.

Y por último, Ágape es la forma de amor universal. A un dios, a la humanidad en conjunto o a la existencia. Es el amor de tipo trascendental o religioso. Es un amor devoto, reflexivo, puro y también incondicional. El amor al mundo de las ideas. Es un amor ideal ya que hasta cierto punto es descarnado. Aunque se ame a la humanidad, la humanidad es un concepto. El concepto de humanidad es difícilmente aprehensible. Es el tipo de amor que los primeros cristianos utilizaron para referirse al amor que debían profesar a Dios. Podemos encontrar este término en los evangelios y también frecuentemente en los textos platónicos. El griego antiguo es el lenguaje de los evangelios. También encontramos el verbo “Philea” frecuentemente en éstos. “Ágape” significa, del mismo modo, comida en común y tanto el “Ágape” como el “Philea” pueden implicar sacrificio.

Pues bien, esanun_031to es muy complejo y algunos me lo podrían discutir, pero en resumidas cuentas el “amor romántico” como lo entendemos hoy, vamos el de “Pretty Woman”, es producto de la fusión paradójica entre mucho “Eros” y una buena dosis de “Ágape”. El amor romántico se puede rastrear en el “amor cortés” medieval. El amor cortés (amor puro se decía en la época) aparece en Occitania, sur de Francia, como una corriente literaria y como una serie de prácticas caballerescas y disciplinarias de galanteo platónico con damas inaccesibles. La relación del caballero con la dama se asemejaba a la condición de vasallaje feudal. Este amor cortes debe mucho a las prácticas devocionales a la Virgen María que se extendieron por Europa en el s. X y que implicaba la representación de una mujer de extremada belleza de la cual es imposible no enamorarse y al mismo tiempo unas prácticas amorosas inmaculadas, nunca mejor dicho. El amor cortés está muy relacionado con la poesía mística y con el arte religioso.

Barthes, un filósofo y lingüista francés, escribió “Fragmentos del discurso amoroso” a finales de los 70. La obra es una disección arqueológica del discurso amoroso de una gran belleza y riqueza de fuentes. Fue un best-seller y según he leído aparecieron reseñas del libro incluso en el Play-Boy. Muy recomendable (me refiero al libro de Barthes). Respecto al galanteo, muy relacionado con el amor cortés, afirma Barthes:

“Hablar amorosamente es desvivirse sin término, sin crisis; es practicar una relación sin orgasmo. Existe tal vez una forma literaria de este coitus reservatus: el galanteo. La pulsión del comentario se desplaza, sigue la vía de las sustituciones. En principio, discurro sobre la relación para el otro; pero también puede ser ante el confidente: de tú paso a él. Y después, de él paso a uno: elaboro un discurso abstracto sobre al amor, una filosofía de la cosa, que no sería pues, en suma, más que una palabrería generalizada. Retomando desde allí el camino inverso, se podrá decir que todo propósito que tiene por objeto al amor implica fatalmente una alocución secreta”

Tanto “Eros” como “Storge” forman parte esencial del discurso dominante en la sociedad occidental ya que ambos tipos de amor están relacionados con la reproducción de las relaciones de poder entre familias, tribus y estados. Probablemente solo haya una idealización de lo que debe ser una relación tan poderosa como la idealización del amor romántico, la idealización del amor de una madre por su hijo. Y como todas las idealizaciones, aunque hermosas, son causantes de mucho dolor. En un trabajo de una alumna de mi máster que es matrona se afirma que más del 15% de las madres sufren estrés post-traumático o depresión tras el parto debido, entre otras causas, a la idealización de las emociones que creen que deben experimentar por su hijo. Sin embargo, esta realidad es casi tabú. Algo semejante pasa con la idealización del Eros. Ahí tenemos la publicidad, el mundo del consumo, el cine, la literatura, el día de los enamorados, etc., diciéndonos cómo debemos amar.

Y es que el eros es problemático. Como ya sabían los griegos tiende a la violencia y a la posesión (exclusividad) y desata las pasiones. El juego de seducción, hasta cierto punto, es un juego evidente de poder. No voy a entrar al respecto en la serie de libros y en la película “50 sombras de Grey”, pero podría extenderme. Como los griegos, y con esto termino, quiero reivindicar la amistad. Para ellos “Philea” y “Ágape” eran los tipos de amor más excelsos porque eran producto de la razón y de la libertad. Cuidemos la amistad y desmitifiquemos el amor romántico añadiéndole un buen puñado de “Philea”. Al fin y al cabo como describe Homero no somos más que guerreros en medio de una batalla, que es la vida, y más que amantes necesitamos compañeros de batalla.

Saavedra, Javier. (Año, día mes (de la publicación del post)). 14/2. Desmitificando el amor romántico. Arder en Preguntas. Recuperado día mes, año (que accediste a la información) de: https://arderenpreguntas.wordpress.com/

 

2 comentarios en “14/2: Desmitificando el amor romántico

  1. Curiosamente, el amor cortés nació como un pasatiempo cortesano algo tosco, hasta que luego los poetas del Dolce Stil Nuovo , con Dante, y luego Petrarca, lo fueron idealizando. Simplificando un poco, el caballero ha dejado de guerrear y tiene tiempo libre, y empieza a verse con buenos ojos su galanteo con las letras (que antes eran un estorbo que le impediría dedicarse a su oficio de armas). Así que en lugar de glosarse las hazañas del guerrero se empieza a cantar a las damas. El neoplatonismo obliga a que si la dama es hermosa uno desee unirse con lo hermoso, es decir, la ame casi por fuerza. Al mismo tiempo, como se aplica punto por punto el vasallaje, si el poeta quería considerarse propiedad del ser amado, solo la mujer casada poseía cosas. Así que se le llamaba «mi dons» (mi señor) y era, de forma natural, la mujer del conde o príncipe al que se servía, para su halago. Eso la hacía por definición imposible e inalcanzable, puesto que, claro, era virtuosa y fiel a su marido. Pero, para protegerla, se oculta su nombre, para evitar a los calumniadores. Todo esto era una forma de juego erótico, lo que hoy llamarían los guionistas de la tele «tensión sexual no resuelta». Hasta el punto de que, tras pasar por muchas fases, la última prueba de amor del poeta cortesano era yacer desnudo, junto a la amada, bajo las sábanas, sin que ocurriera nada… Es muy significativo, por ejemplo, cómo este pasatiempo se va extendiendo, por ejemplo, por la península a medida que los reinos se estabilizan y el caballero no tiene que «entrenarse» para guerrear (primero Cataluña, luego el reino Galaico-portugués, y no llega a Castilla hasta el siglo XV)

    Como ya he comentado, de este pasatiempo erótico-literario beben Dante y Petrarca, que lo idealizan y espiritualizan, pero mantienen elementos como el sufrimiento del amante y la visión de la amada como algo superior y…de ahí a los amores imposibles de nuestra pelis romanticonas solo hay un paso. Por eso algunos dicen que el amor romántico como hoy lo conocemos fue fruto del aburrimiento de unos cortesanos provenzales del siglo XI. En otras palabras, el amor hollywoodiense viene a ser un efecto secundario no previsto de la paz.

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    • Muchas gracias por el comentario, Tomás. Esa tensión no resuelta y esa disciplina y control me recuerda la frase, creo que de Oscar Wilde, «La mejor manera de librarse de una tentación es caer en ella». No caer en la tentación es permanecer prisionero de ella. ¿Hay mayor grado de sofisticación y sadismo?

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