El aburrimiento os hará libres

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Probablemente no haya sentimiento más denostado en nuestro mundo que el aburrimiento. Es posible que muchos de nosotros nos sintamos incluso culpables si dejamos pasar algún tiempo sin realizar alguna actividad. Las horas transcurridas acostados en la cama o recostados en la hierba con la mente más o menos en blanco, o al menos sumida en una neblina que tan sólo deje dibujarse algunas ideas, representan en nuestro imaginario una vida fracasada. El aburrimiento está conectado con la improductividad, la cual es uno de los pecados capitales de nuestra sociedad. Yo voy aquí a defender una posición muy distinta e intentaré demostrar que esta imagen negativa del aburrimiento no es más que una visión ideológica sesgada.

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Algunas sencillas claves para entender qué pasa con Grecia desde la psicología discursiva y la teoría de juegos

Cuando los psicólogos hablamos de discurso nos referimos, dicho de forma muy sintética, al uso del lenguaje en el contexto. El lenguaje es una herramienta para transmitir información, la clásica función representativa que estudiamos en el colegio o “acto locutivo” que diría Austin (1982) en su obra “Cómo hacer cosas con palabras”. Es decir, qué decimos. Pero también, siguiendo con la clasificación de Austin, es importante cómo lo decimos y la intención del hablante al emitir esa información, “acto ilocutivo”, y, por último, qué consecuencia tiene el uso concreto del lenguaje, el “acto perlocutivo”.

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