COVID19: Factores psicosociales y políticos

Los virus son partículas con una estructura simplísima, probablemente las más simples de todas, a excepción de los priones. Una membrana de lípidos o/y proteica que rodea a una cadena de ARN o de ADN. Necesita invadir células para reproducirse dentro de ellas. No están vivos, sobre esto último hay debate, pero se reproducen.

Es fascinante, si uno lo piensa detenidamente, cómo este agente infeccioso tan básico se aprovecha de nuestra necesidad de vínculo social, de nuestras emociones y convenciones culturales para reproducirse. De vez en cuando la naturaleza nos recuerda que el Ser Humano no es especial y que se encuentra en medio de la batalla por la supervivencia al mismo nivel que un simple virus. Ni más, ni menos.

Decían algunos que El COVID19 era como una gripe ¡Qué gran error la comparación con la gripe! ¡Qué fácil tranquilizarse y autoengañarse! Todavía hay gente que utiliza este argumento y aduce estúpidamente que la gripe produce más muertos, sin pararse a pensar que el COVID19 lleva con nosotros unas semanas, mientras que las distintas cepas de la gripe nos acompañan desde hace décadas. Es el mismo fenómeno psicológico de negación que el de los terraplanistas. Desgraciadamente, como estamos comprobando el COVID19 se propaga con mucha más rapidez que la gripe y tiene mayor letalidad.

Se resuelva como se resuelva esta crisis sanitaria, el mundo en el cual viviremos tras la misma será muy diferente al que dejamos atrás hace unas semanas. En una dimensión económica viviremos una crisis más grave que la del 2008. De hecho, ya la estamos sufriendo. A nivel político las consecuencias serán tremendas. Por decirlo suavemente, el papel de las democracias occidentales, EEUU y la UE, está siendo cuestionable y es previsible un trasvase de poder fáctico y simbólico de Europa y EEUU a Asia, trasvase que  se estaba produciendo antes de la crisis. Esta epidemia está demostrando el cansancio y la falta de liderazgo mundial de Europa y los EEUU.

Como psicólogo creo que debemos tener en cuenta el impacto de la crisis tiene y tendrá en nuestra vida diaria. En términos psicológicos estamos sufriendo una especie de contracondicionamiento inverso a gran escala y muy intenso. Quiero decir, las conductas que socialmente hasta hace unos días se reforzaban y que prácticamente teníamos interiorizadas, ahora son castigadas. Dicho de otra forma, estamos fabricando fóbicos sociales. Tan solo hay que salir a la calle y observar nuestro miedo al contacto con otros humanos. Las rutinas y los rituales que organizaban y daban sentido a nuestras vidas se han visto interrumpidos. Por esa razón es tan difícil la lucha contra una epidemia y por eso los gobiernos se lo piensan mucho antes de tomar estas medidas de control social. Una vez que se toman hay que emplear medidas de lo más restrictivas para que se cumplan.

Al menos estaremos tres semanas más en situación de confinamiento con medidas de distanciamiento social, y, muy probablemente, la salida a este estado será muy paulatina. Es decir, con el objetivo de prevenir una vuelta epidemia, actividades sociales que impliquen concentraciones de personas no serán permitidas por una temporada. Una vez que volvamos a salir a la calle nos descubriremos como personas distintas y con automatismos de los cuales nos extrañaremos. De hecho, seremos personas distintas después de padecer este gran experimento psicológico. Debemos encontrarnos preparados para esta experiencia de desrealización, aceptarla y comprenderla. No hay que desdeñar la capacidad de adaptación y resiliencia del Ser Humano.

Volviendo a la situación de crisis en la que nos encontramos, no sería extraño, es más sería adaptativo, que sintiéramos miedo y ansiedad. Es lógico, ya que  podemos encontrar en esta situación factores bien conocidos que intensifican estas emociones.  Enumero algunos de estos factores.

Incertidumbre: Estamos enfrentándonos en tiempo real a un virus que es casi totalmente desconocido. Ni siquiera teníamos datos de carácter experimental  de su supervivencia en diferentes superficies hasta hace unos días. Realmente, desconocemos su comportamiento futuro y su impacto en diferente países y culturas dista mucho de sí. Sin lugar a duda, en los próximos meses lo conoceremos mucho más a fondo y este factor de estrés se reducirá. A pesar de ello, no tenemos absolutamente ninguna seguridad de en qué momento esta situación revertirá.

Ruptura del vínculo social: El apoyo social, incluyendo el contacto físico, es una de las estrategias de afrontamiento más efectivas. Aunque no nos la han arrebatado totalmente gracias a las tecnologías de la comunicación, el castigo del contacto social y la prohibición de los encuentros sociales de gran relevancia simbólica, por ejemplo los funerales, intensifican la ansiedad.

Infoxicación: La intensidad de la información que estamos recibiendo por todos los medios posibles es tal que es imposible procesarla adecuadamente, seleccionarla y reflexionar sobre ella. Además, la mayoría de la información es de carácter negativo, eso si no son directamente fake news o información distorsionada. Sin lugar a duda, como se ha demostrado desde hace más de una década, esta es una fuente esencial de estrés.

Naturaleza de la amenaza: No todos los estímulos aversivos tienen la misma potencia para generar miedo. Es evidente que un virus amenaza a nuestra vida y la de nuestros seres queridos. El virus tiene unas características especiales como fuente de estrés. No se ve y puede encontrase en cualquier sitio por lo cual el temor lógico ante el mismo puede derivar conductas paranoides y obsesivas muy fácilmente. Por ello, no resulta extraño que en términos culturales sea protagonista de novelas y películas de ciencia ficción y de contenido de complejos delirantes en distintos pacientes.

Confinamiento: La situación de aislamiento es un gran reto. No sería extraño sentir cierta desorientación espacio-temporal, semejante a las situaciones de hospitalización o de encarcelamiento, cuando llevemos más de dos o tres semanas en nuestras casas. La soledad y la falta de contacto pueden provocar alteraciones perceptivas y pensamientos intrusivos. Pero, al mismo tiempo, si vivimos en compañía los conflictos pueden ser más difíciles de solventar sin posibilidad de “poner tierra de por medio” temporalmente.

Por todo ello, en estos días en que la ola epidémica irrumpe, vamos a pasar miedo. Sin lugar a duda, vamos a sufrir alteraciones emocionales, bajones y subidas. Nos intentaremos agarrar a cualquier indicio positivo por pequeño que sean. Cuando esto ocurra piensa que el miedo es un recurso para adaptarse a la realidad y que mientras éste no te bloquee, es decir, mientras que puedas hacer con eficacia lo que debes hacer, es bienvenido. No lo rehúyas, no lo reprimas, más bien date permiso para sentirlo y concéntrate en tus cosas lo mejor que puedas. Es el miedo el que te hace humano. Aquí algunos consejos muy sencillos para controlar estas emociones, pero repito, no reprimirlas, y mejorar nuestra calidad de vida y la de las personas a nuestro alrededor.

Aumentar la percepción de control. Está más que demostrado, incluso con ratas en laboratorio, que la percepción de control reduce la respuesta al estrés. Algunos compañeros míos llevan sus propios análisis de la epidemia trabajando con los datos que administran los distintos gobiernos. Otros amigos han decidido fabricar máscaras caseras. En comunidades de vecinos se han organizado para ir a hacer las compras a las personas mayores. Algunas tareas más que otras van a tener una repercusión efectiva en los problemas que estamos sufriendo, pero todas aumentan la percepción de control y reducen el estrés. Si quieres rebajar la ansiedad de alguien ponla a hacer algo que crea productivo, por pequeño que sea o incluso aunque no sea tan práctico (siempre que no interfiera, claro).

Restringe y selecciona la información. Fundamental para controlar el estrés es seleccionar la información. Cancela grupos de WhatsApp y redes sociales virtuales que distribuyan noticias no contrastadas o catastrofistas. No te lo pienses, elimina esos grupos. Hazlo ahora. Elige informarte a través de medios no sensacionalistas y que sean parcos y rigurosos en la transmisión de las noticias. Date espacios de desconexión en los cual poder relajarte. Existe un virus paralelo al biológico y casi tan dañino como ese: El virus de la información. De hecho, el éxito de algunos países en el control de la pandemia, en mi opinión, está relacionado con el control de los medios de comunicación de masas. En algunas situaciones, el carácter autoritario es más eficaz.

Cuida y cuídate. Es el momento de preocuparse por las personas más vulnerables, mayores, enfermos, niños, sin-hogar. La ética del cuidado debe ser prioritaria, son las comunidades más cohesionadas, con claros vínculos morales, las identidades colectivas (las verticales lo van a tener más fácil) las que tendrán más posibilidades de victoria. En las epidemias el individualismo nos lleva directamente al desastre. Pero para cuidarte tienes que cuidar a ti mismo. Prémiate, esfuérzate por encontrar reforzadores por pequeños que sean. Por ejemplo, yo aprovecho que subo a la azotea a tender para tomarme un café o, ahora que estoy en casa, una pequeña siesta no me la quita ni Dios. Un concierto, cine, lectura…. Tan importante es ser eficaz y trabajar como darse un espacio de ocio en el cual poder olvidar por un tiempo en la situación donde estamos.

Imponte rutinas. Como he dicho antes, el confinamiento puede desorientar. Busca organizar tu tiempo. Utiliza los distintos espacios de tu casa para establecer momentos diferenciados a lo largo del día. Vístete, aunque no salgas de casa, para lo que vayas hacer: trabajar, cenar, hacer deporte. El ejercicio físico es esencial para mantener la salud.

Crea rituales. Los rituales son esenciales en nuestras vidas. Señalan los momentos esenciales, ritos de paso, y otorgan significado a nuestros actos. Es muy importante cuidar los rituales familiares, cumpleaños, y construir rituales comunitarios nuevos. El agradecimiento a los sanitarios todos los días a las 20:00 es un ejemplo. Pero vamos a necesitar de muchos nuevos rituales en las semanas que nos quedan por delante. Uno de los rituales más importantes son los de duelo. Desgraciadamente tendremos que construir nuevos rituales de despedidas de nuestros seres queridos ya que la pandemia impide los formatos tradicionales de éstos. Los rituales son el pegamento de la comunidad y ya hemos dicho que solo las comunidades fuertes saldrán airosas de este envite.

Conéctate. El confinamiento no significa que no podamos disfrutar del contacto social. Programa encuentros virtuales con los amigos y con la familia. Habla todos los días por teléfono con familia o amigos. Cuando necesites desahogarte busca a alguien que pueda escuchar y que no se encuentre en el mismo estado emocional que tú. Expresar las emociones está bien, pero no a cualquier persona, por muy amiga que sea. Está demostrado que poner nombre a las reacciones de nuestro cuerpo, identificar nuestras emociones, reduce la respuesta al estrés. Necesitas a alguien que sepa encajar y reflejar tus emociones de forma que las pueda gestionar. Esto no siempre es fácil. A lo mejor tienes que buscar ayuda profesional.

Esta pandemia desvela con claridad las distintas crisis más o menos larvadas que venimos sufriendo en las sociedades occidentales en el siglo XXI. Crisis que hemos ido posponiendo, dejando para otro día mientras nos ocupábamos de estupideces. He comentado algo de la debilidad de las democracias europeas, también he señalado la epidemia de infoxicación, podría hablar de la desindustrialización de las sociedades europeas y la globalización de la economía (que no podamos fabricar en masa en España mascarillas y respiradores nos tiene que hacer pensar que tipo de economía hemos ido construyendo). Ahora debo enfatizar la crisis de los cuidados, directamente relacionada con los resultados de la pandemia.

Especialmente las cuidadoras profesionales y familiares, monitores, pero también el personal socio-sanitario de distinto grado, se han visto precarizados en las últimas décadas. Las profesionales relacionadas con los cuidados se han considerado de segunda y tercera categoría precisamente en una sociedad cada vez más envejecida. La ley de la dependencia dejó de ser financiada poco después de ser aprobada. Pero no solo las sanitarias, las profesiones que ahora están soportando el país, cajeros/as, transportistas, agricultores, etc., aquellas que se baten con la epidemia cuerpo a cuerpo y que permiten a los teletrabajadores seguir en sus casas, han sido maltratadas por la economía liberal en las últimas décadas. ¿Y qué decir de la investigación? Ahora, todos los días en los medios se comentan los más mínimos avances de los equipos de investigación. Equipos mal financiados en uno de los países con menos inversión en ciencia de Europa. Equipos que estaban casi olvidados. Equipos con becarios que tenían que vivir con sus padres y que luchaban cada año por conseguir un contrato de 1200 euros. ¡Qué gran paradoja! Ha tenido que venir el Coronavirus para que nos diéramos cuenta del valor de todas estas personas.

Una pandemia no es solamente una crisis sanitaria. Es una crisis social y política. Como ha ocurrido siempre en la historia.  A las pandemias las vencen las comunidades cohesionadas, con una fuerte identidad colectiva y con capacidad de resistencia e innovación social. Como decía Al Pacino en la película “Un Domingo Cualquiera”: O nos curamos como equipo o morimos como individuos. Ahora, ¿qué vas hacer tú al respecto?

Relatos, cuentos y patrañas

Desde hace unos años venimos oyendo con mucha frecuenta un sustantivo: «relato». Normalmente escuchamos esa palabra en tertulias, informativos o en declaraciones de políticos. La inflación del uso de esa palabra, «relato», ha aumentado de forma exponencial. Es casi  imposible no oírla en las últimas semanas debido a la riña por el relato sobre la culpabilidad de la celebración de las nuevas elecciones.
Yo llevo toda mi vida profesional estudiando y analizando relatos, historias y narraciones.  Los seres humanos cuando entramos en crisis regresamos a nuestras historias de vida, primero para intentar descubrir qué nos está pasando y, después, para reconstruirlas, para dotar de sentido a nuestras experiencias y seguir adelante con nuestras vidas.  Todos somos escritores. Una forma de ayudar a las personas en situaciones vulnerables es acompañarlas en su tarea de reconstrucción de sus historias para que abran puertas a nuevos significados. Llevo más de quince años oyendo relatos de personas con trastornos mentales graves, mujeres víctimas de violencia de género, emigrantes, etc. Personas que luchan por sus vidas transformando sus relatos.
Por eso cada vez que escucho esa palabra, que para mí es sagrada, en el contexto de la política actual, me parece un sacrilegio. No me parece que la altura intelectual y moral de las personas que componen nuestra clase política sea digna de lo que significa un relato, una narración. Cada vez que la escucho en un informativo o una tertulia siento cierta irritación unida a la frustración ante el cinismo de nuestros representantes.
He decidido hacer algo. Propongo que cambiemos el sustantivo por otro. La lengua española es muy rica. No puedo permitir más esta continua blasfemia. Primero pensé en sugerir el uso de la palabra «cuento». Pero lo deseché rápido. Si por lo menos nuestros políticos nos contaran unos buenos cuentos, tendría un pase. La palabra «cuento» remite a la ficción. Y la ficción no merece verse mezclada con nuestros políticos. La ficción no tiene nada que ver con la mentira. Como decía Antonio Machado «la verdad también se inventa». En la literatura hay mucha más verdad que en la realidad. Entonces pensé que no, no, ¡la literatura, la tradición cuentista de Cortazar, Borges, Chejov y tantos otros no merece ser mancillada al verse relacionada con las patrañas de nuestros políticos! Y así, como en una epifanía, hallé la palabra: patraña. ¡Qué gran palabra! ¡Patraña! Rezuma españolidad por los cuatro costados. ¡Cómo suena!

De acuerdo con la RAE patraña es cualquier invención urdida con propósito de engañar. La patraña, en mi opinión, siempre está imbricada con el cinismo, tan propio de nuestros políticos. Algo así, como si el hacedor de la patraña pensara: sé que sabes que te estoy contando una gran mentira pero no puedes hacer nada, así que te la tienes que tragar. Los relatos y los cuentos no tienen nada que ver con las patrañas. Si utilizáramos este término nos acercaríamos más a la realidad. Hagamos un pequeño experimento discursivo:

En el diario el País del pasado 18 de septiembre leíamos bajo el titular «La falta de acuerdo entre los partidos obliga a otras elecciones» lo siguiente:
“Cuatro meses de batalla por el relato concluyeron en un rotundo fiasco. La legislatura está moribunda y el propio presidente en funciones, Pedro Sánchez, dio este martes por hecho que los españoles serán llamados a las urnas de nuevo el 10 de noviembre, concluida la fallida ronda de consultas del Rey”
https://elpais.com/politica/2019/09/17/actualidad/1568739398_032538.html

Veamos cómo queda con el cambio:
“Cuatro meses de batalla por la patraña concluyeron en un rotundo fiasco. La legislatura está moribunda y el propio presidente en funciones, Pedro Sánchez, dio este martes por hecho que los españoles serán llamados a las urnas de nuevo el 10 de noviembre, concluida la fallida ronda de consultas del Rey”

Sí, sin lugar a dudas, más cercano a la realidad.

Falsos profetas

“Desconfiad de los falsos profetas; se acercarán con piel de cordero, pero por dentro son lobos feroces”

Mateo 7-15, 23.

Nunca pensé que fuera a pasar por debajo de una de esas cintas de colores chillones que se ven en las películas americanas y que delimitan los lugares donde han acontecido crímenes.  Mi estancia en Chicago ha tenido innumerables aspectos positivos, sin embargo me he dado de bruces con una violencia que no conocemos en España. Esta experiencia ha sido muy reveladora.

La primera semana de Octubre un individuo descerrajo un tiro a la cabeza a un chaval que iba corriendo por Loyola Park, uno de los parques paralelos al Lago Michigan del barrio donde vivía, Rogers Park. Minutos después pegó otro tiro en la cabeza a un hombre que paseaba su perro. Un día antes había estado paseando exactamente por ese lugar. Hubiera podido ser yo. La policía todavía no ha detenido al criminal. De hecho, los crímenes que se resuelven (Murderer clearance) en Chicago no llegan al 20% de acuerdo con un análisis de los registros de la policía por el “Chicago Sunday Times”. Sí,  digo bien, menos del 20%. Para ser exactos, el 17,5%.

Pero hay más. Un mes después, aproximadamente a la hora del “lunch” (almuerzo) el director del grupo de investigación donde trabajaba entró repentinamente en mi despacho. Había alarma del tiroteo. Cerramos la puerta con llave, bajamos las persianas  y permanecimos en silencio 20 minutos mientras escuchábamos las sirenas de la policía y estábamos atentos al canal de la Universidad que informaba en tiempo real de lo que sucedía.  Mi compañera se lamentaba en inglés, ¿por qué pasan estas cosas? ¿Por qué pasan estas cosas? No era ninguna broma. Hubo un tiroteo en una escuela pública a pocos metros del campus. En esta ocasión no hubo muertos. Pero varios días después mataron a dos adolescentes justamente en la estación donde me apeaba del tren para llegar al Instituto Tecnológico de Illinois.

chicago 3

Una semana antes de volver, hubo un asesinato múltiple a unos 1000 metros del campus. Un hombre despechado asesinó a balazos a una médica, su expareja, de un hospital próximo. Posteriormente entró en el hospital y acribilló, si no recuerdo mal, a otras dos personas antes de ser abatido. Desde el despacho podía oír los helicópteros y el despliegue policial, militar diría porque había hasta tanquetas. El campus de mi instituto estaba protegido por una fuerza policial que ya lo quisieran muchas localidades en España. Más de una vez he visto a la policía con armas largas en las esquinas del campus. En solo tres meses he estado más cerca de escenarios criminales en Chicago que en el resto de mi vida en España.

Y es que Chicago, con una población un poco menor que la de Madrid, tiene una tasa de homicidios 40 veces superior. Es que el estado de Virginia, por poner un ejemplo de otro estado de los EEUU, con una población exactamente igual que Andalucía tiene una tasa de asesinatos 5 veces superior, y es de los mejores estados de los EEUU. Y no hablamos de violaciones y otros delitos… En España mueren por homicidio o asesinato cerca de 300 personas al año, un 30% menos que hace 30 años. Sólo en Chicago murieron asesinadas 762 personas en el 2016. ¡Sí,  en una sola ciudad de los EEUU, Chicago, mueren asesinadas 400 personas más que en toda España! Repito, para los que les cuesta escuchar. ¡Sí,  en una sola ciudad de los EEUU, Chicago, mueren asesinadas 400 personas más que en toda España!

Chicago 2

España es de los países más seguros del mundo. Tiene  una tasa de asesinatos del 0.63 por 100.000. Bélgica presenta una tasa de 1.83 y es de los mejores de Europa. De EEUU o México ni hablamos. Por eso, si alguien te dice que no se puede salir a la calle (sea hombre o mujer) miente. Miente y es un manipulador. Y si no utilizas la razón para defenderte te estás dejando manipular, o simplemente escuchas lo que quieres escuchar. Si recibes un tweet diciendo que en España los asesinos entran por una puerta y salen por otra, miente y te está intentando manipular. España tiene una tasa de encarcelamiento más de un 30% por encima de la media de Europa. Muchos países con más porcentaje de crímenes tiene menos gente en las cárceles. Si te llega un mensaje afirmando que la mayoría de las denuncias por violencia de género son falsas, miente, y te está intentando manipular. En el año 2017 la Fiscalía General del Estado informó que solo el 0.01% de las denuncias encuadradas en ese tipo legal eran falsas.

Evidentemente es normal que nos indignemos ante episodios particulares y que, a partir de éstos, intentemos mejorar para que se repitan lo menos posible. Ahora bien, no debemos transformar un episodio en categoría y usarlo con intereses políticos mediante afirmaciones falsas.

Si alguien utiliza palabras muy cargadas emocionalmente que te alteran fácilmente en un sentido u otro, sospecha porque probablemente sea un falso profeta, un manipulador de las mentes, un político corrupto que quiere salvar su cuello o atrapar en su red de mentiras a ciudadanos en su beneficio. Patria, humillación, traición, enemigo, nación, revolución, pueblo… Éstas son algunas de las palabras que se vienen repitiendo en las últimas semanas que deben ponerte alerta ante los falsos profetas.

Sí, ya sé que utilizar la razón es complejo, cansado. ¿Quién de nosotros va a ocupar tiempo y esfuerzo en contrastar con datos una afirmación que confirma nuestras ideas previas? Tendemos a escuchar sólo lo que nos interesa y a filtrar aquello que amenaza nuestras convicciones. Es como subir por la escalera teniendo un ascensor. Y probablemente la estupidez sea igual de difícil de erradicar que la obesidad. Pero si no hacemos un esfuerzo, si no subimos las escaleras de la razón y la lógica cuando nos ofrecen sibilinamente guiarnos por las emociones, si nos dejamos manipular por aquellos que quieren acabar con la civilización en su beneficio, estamos perdidos. Es más, estaremos perdidos y nos lo mereceremos. Llegará el momento que no habrá vuelta atrás.

La civilización y el orden democrático son muy vulnerables, de hecho no son naturales, lo natural es que sean la fuerza bruta, la venganza y los instintos los que guíen nuestra conducta. En otros momentos de la historia la civilización ha colapsado en pocos años. En esos casos, el derrumbe de la convivencia viene precedido siempre de la tergiversación sistemática del lenguaje, de su uso como instrumento de poder y no como una herramienta para acordar espacios de objetividad. El verbo inflamado siempre anuncia el desastre. Justo lo que está pasando ahora. Visitar las redes sociales, leer los periódicos, pero sobre todo oír a  nuestros políticos y políticas (quizás debiera decir agitadores y agitadoras) da miedo y resulta vomitivo (al menos para aquellos que seguimos subiendo las escaleras).

Hagamos un último esfuerzo. Resistamos. En caso contrario todo estará perdido y habrá que empezar de nuevo después del desastre.

México

Hace tiempo que quiero escribir algo sobre mi viaje y estancia en México el pasado agosto y septiembre. Y antes que el tiempo vaya desdibujando algunos de mis recuerdos, lo voy a hacer. Sé que suena a tópico decir que fue algo más que un viaje, pero lo fue así por una razón. Tuvimos la suerte, mi mujer y yo, de convivir íntimamente con amigos mexicanos que son más bien familia y charlar y convivir sobre lo divino y lo humano. También conocimos otras zonas aparte de Ciudad de México, como Guanajuato, Puebla, Oaxaca… Y bueno, experimentamos un terremoto de 8.1 en la escala Richter. Voy a describir tres episodios significativos que creo que ejemplifican la experiencia y terminaré con una reflexión general sobre la relación entre México y España.

Episodio I
Habíamos tomado uno de los minibuses destartalados y abarrotados que se dirigían de Coyoacán a San Ángel, dos de los barrios más especiales y sugerentes de Ciudad de México. Atravesábamos una avenida inmensa de cuatro o cinco carriles atestada de tráfico. El ruido de los automóviles, muchos de ellos con motores antiquísimos, era ensordecedor. El olor a gasolina, que entraba por las dos aberturas que hacían de compuertas del minibús era muy punzante. El minibús estaba atestado y alguna gente se reenganchaba con medio cuerpo fuera. Nosotros nos encontrábamos de pie, apretados, al final del autobús. Aunque estaba al lado de una ventana, veía poco la calle porque mi cabeza casi tocaba el techo. Los pasajeros que entraban por detrás pasaban el importe del billete al conductor gracias al resto de viajeros los cuales transportaban el dinero, de mano en mano, por encima de sus cabezas y traían la vuelta. Delante nuestra hablaban una lengua precolombina. Es difícil, pero ¿pudo ser naualht?
Un joven con las mamicrobusnos sucias, como recién llegado de trabajar en el campo, entró en el autobús por la puerta de atrás. Llevaba una guitarra a la espalda. Sacó la guitarra y se puso a cantar mientras que el autobús daba tumbos. Todavía no sé cómo pudo ponerse a tocar haciendo contorsionismo en medio esa amalgama de seres humanos. De pronto se hizo el silencio en el bus. La voz firme y dulce del joven contrastaba de una forma milagrosa con el furor que gobernaba la ciudad. Violeta Parra, Silvio y algunos cantautores que no conocía. El joven, solemne y respetuoso, anunciaba brevemente cada una de las canciones. Todo el mundo guardo un silencio, como cuando se entra en una iglesia, que transformó el momento. Fue emocionante.
Sí, Ciudad de México es monstruosa (también en el sentido positivo). Una ciudad difícil para vivir. Pero al mismo tiempo es una ciudad con una gran sensibilidad ante la vida y la muerte, posiblemente porque conoce bien esta última. Su diversidad cultural es apabullante, difícil de imaginar. Pudimos visitar numerosos yacimientos arqueológicos de culturas precolombinas: Teotihuacán, Templo Central… La riqueza y autenticidad de sus barrios es extraordinaria: Churubusco, Coyoacan, San Ángel, incluso Tepito, etc. Disfrutamos de gran número de librerías muy especiales; cafés, como el café Habana, donde Bolaño se reunía con el grupo de los infrarrealistas, se comprende que sea una ciudad muy literaria; sus museos, no sólo el Antropológico, son todos de gran calidad; salas de conciertos, descubrimos la espectacular sala Nezahualcóyotl de la UNAM, el Centro Nacional de las Artes donde disfrutamos un estupendo “El Enemigo del Pueblo” de Ibsen gracias a nuestros amigos. Fuera de Ciudad de México, en Guanajuato nos encantó el cariño de toda la ciudad por su Universidad y el aprecio a Cervantes y a su famoso festival cervantino.

IMG_20170913_105403

Gradas de la plaza de la ciudad de Guanajuato donde se inició el Festival Cervantino

IMG_20170826_130836

La Avenida de los Muertos de Teotihuacan desde la Pirámide de la Luna (la Pirámide del Sol en el fondo)

Episodio II
Después de un viaje en coche muy entretenido de varias horas llegábamos a las afueras de Oaxaca. Digo entretenido, por el paisaje, la conversación y la propia conducción. Muchas autovías no disponían de dos carriles en la misma dirección, tan sólo de un carril especialmente ancho que permitía, cuando el automóvil o el camión que iba delante se apartada, adelantarlo por en medio. No era fácil acostumbrarse a adelantar a 100 Km/h a un gran camión de decenas de metros pasando por el medio de dos vehículos cuando era otro tráiler el que venía de frente. Aunque iba de copiloto instintivamente pisabas el freno imaginario. Al quinto o sexto camión que adelantamos me percaté que era normal. Independientemente de las condiciones del tráfico y del respeto de las normas, creo que lo mexicanos son unos maestros de la conducción.
Al llegar a Oaxaca entramos por los habituales suburbios repletos de infraviviendas. Paramos en un semáforo y nos encontramos con el gran cartel que podéis ver en el que se advierte a los “rateros” con la soga de una horca.

IMG_20170829_140814

Afueras de la ciudad de Oaxaca

Una de las cosas que siempre tienes en cuenta cuando se viaja a México es la seguridad. Y no es ninguna tontería. Desde luego no es que haya peligro en todo momento. Nosotros viajamos a solas varias veces y recorrimos parte de Ciudad de México y nunca sentimos un gran peligro. Pero la inseguridad es evidente, siempre hay historias próximas de asaltos, robos e intentos de secuestros. De hecho, nuestros amigos y su familia habían sufrido días antes de nuestra llegada algunos asaltos. Es normal, que los primeros días no nos quisieran dejar a solas. La prensa ayuda a la sensación de miedo con un estilo no sólo sensacionalista sino grotesco.

Al llegar a México algunos amigos, irónicamente aunque con un trasfondo de crítica, me decían bienvenido al tercer mundo. México no es el tercer mundo. Es obvio. Pero es evidente que algo falla. La desigualdad salta dolorosamente a los ojos. Personas trabajando hasta los setenta y mucho años en multitud de pseudoempleos, desde meterte la compra en las bolsas en el supermercado, hasta señalizar las obras, reparar los baches o en innumerables puestos de comida ambulantes. Cuando se producía un atasco inmediatamente aparecían los vendedores entre los coches. Las colonias de infraviviendas de millones de personas en las colinas a la salida de ciudad de México contrastan con los barrios elegantes de casonas rodeadas de alambradas y cámaras como si existiera un estado de guerra. Los baches son socavones y o no se reparan o tardan meses en hacerlo. La escena de los guardaespaldas recogiendo con grandes todoterrenos con los espejos tintados a los niños uno a uno de los colegios elegantes parecía de película.

Tuve la sensación que el funcionamiento del país es de tipo corporativista, es decir, cada grupo de poder defiende sus interesas hasta las últimos consecuencias, sindicatos, grupos profesionales, funcionarios, policía, grupos políticos… Si tienes la suerte de pertenecer a un grupo poderoso puedes beneficiarte y si hay cierto equilibrio incluso puedes vivir cómodo, pero lo normal es que las luchas de poder impidan gobernar el país. Mientras tanto las cuestiones esenciales en todo estado quedan en el aire (vivienda, sanidad, educación, protección social, infraestructuras…) y los grupos más desfavorecidos tienen que sobrevivir, buscar otras lealtades y ahí aparece el narco y la delincuencia generalizada. Nadie se cree al estado. No existe, o muy poco, el concepto de lo público. No nos olvidemos que el narco es una institución con gran poder simbólico. En algunos lugares, me dijeron, que invierte más que el estado.

IMG_20170830_124945

Pasaje natural de Hierve el Agua en la Sierra Oaxaqueña

Con la familia Oaxaqueña de nuestros amigos visitamos “Vierte el Agua” un lugar realmente mágico en la sierra. También visitamos Monte Albán, la capital zapoteca a más de 1000 metros de altura, más humilde que Teotihuacan, pero igual de impresionante y además sin turistas y también Mitla, otra ciudad precolombina. Fuimos a tomar mezcal y visitamos algunos pueblos y mercados auténticos en los alrededores de Oaxaca. También nos quedamos boquiabiertos con la Iglesia y Museo de Santo Domingo en la misma capital.

Episodio III
Una mañana nos sorprendió durante la cena un altavoz: ¡Aviso de sismo! ¡Aviso de sismo! La amiga que nos acogía en su casa nos advirtió con toda tranquilidad que si queríamos bajar a la calle, teníamos unos 40 segundos. Bajamos con rapidez, pero sin excesiva urgencia. Nos encontramos con algunos vecinos en las escaleras. Algunos de ellos nos advertían que no sentían nada y dudaban que fuera a pasar algo habiendo pasado ya 30 segundos. Efectivamente, tras esperar en la calle unos minutos todos volvimos a nuestras casas. Los medios anunciaron que había ocurrido un error en el sistema de anuncio de terremotos que cubría la ciudad de México. Las bromas no tardaron en llegar en medio de las críticas por el susto.

Justo 25 o 26 horas después, cuando ya estábamos durmiendo sonó de nuevo la alarma. Salí disparado de la cama y nuestra amiga nos dijo con los ojos casi cerrados que hoy no bajaba. Seguíamos hablando cuando el suelo empezó a temblar. A los pocos segundos estábamos bajo el dintel de la puerta de entrada. El movimiento se fue agudizando, y algunos objetos empezaron a moverse ostensiblemente. Los cuchillos y los platos sonaron y una sensación extraña de cierto mareo y desequilibrio nos invadió. El movimiento de las lámparas era sobrenatural. ¡Todo el edificio se estaba moviendo! Vi la cara de susto de nuestra amiga, que vivió el terrible terremoto de los 80s, y nos dijo que rezábamos. La situación era grave. Tras un par de minutos de altibajos en la intensidad de los movimientos el terremoto se fue apagando hasta que desapareció completamente. Inmediatamente se comenzaron a oír los helicópteros que sobrevolaban la ciudad para comprobar daños. La televisión anunciaba que los daños habían sido pequeños en ciudad de México pero que más al sur Oaxaca y Chiapas había muertos y edificios colapsados al tiempo que advertí de las próximas replicas. Esa noche no dormimos, nuestra amiga mexicana sí, y en la madrugada bajamos a la calle para comprobar donde situarnos rápidamente en caso de un nuevo aviso. Según nos explicaron en caso de terremoto los postes eléctricos y telefónicos que recorren toda la ciudad son peligrosos por lo que hay que elegir bien donde resguardarse. Tras estudiar un poco la calle encontramos un lugar seguro y pasamos casi toda la madrugada viendo las noticias. A la mañana siguiente tenía una conferencia en Iztacala, una sede dela UNAM, cuando muerto de sueño habíamos iniciado el largo recorrido hacía Iztacala nos anunciaron que el rector había suspendido todas las actividades académicas. Casi que lo agradecí. Pudimos dormir un poco en la mañana.

IMG-20170916-WA0001

Los alumnos/as y colaboradores/as de mi amigo Prof. Juan José Yoseff tras un seminario en Iztacala una semana después del terremoto.

Unas semanas más tarde volvíamos a España. Nada más aterrizar en Sevilla el 19 de Septiembre nos enteramos del nuevo terremoto en México mientras visitábamos a la familia tras el viaje. Las humaredas de polvo en las imágenes aéreas auguraban diversos colapsos y centenares de muerto. Por pocas horas no nos pilló este segundo terremoto en el aeropuerto. Los momentos difíciles son los que hacen aflorar el carácter de los pueblos. Y nosotros pudimos comprobar el coraje, la templanza y la solidaridad de los mexicanos. Especialmente tras el segundo terremoto miles de ciudadanos se movilizaron y organizaron para aliviar las condiciones de los damnificados. Es cierto, que el estado se mostró incapaz en gran parte de satisfacer las necesidades del país, pero el gesto de solidaridad es esperanzador.

IV
A menudo hemos discutido sobre la imagen que en México se tiene de España y viceversa. Es evidente que España está muy presente en México. Yo diría que mucho más que México en España, aunque tengamos un gran cariño por este país. Creo que, junto con Cuba, México es el país de Latino América al cual se le tiene más afecto en España. Las costumbres, las tradiciones, los artistas, los símbolos del país son fácilmente identificables en España. Cuando uno viaja allí, tiene la sensación de que no hay 10.000 km de distancia, especialmente si se es andaluz, ya que tenemos algunos rasgos lingüísticos similares. La razón de la presencia de España en el imaginario de los mexicanos es que su identidad está construida por oposición a la identidad española, como es lógico por otra parte. Yo diría que existe un fuerte sentido patriótico en México, en algunos casos envidiable, que nosotros en general no tenemos. Es curioso, como en este último año ha existido una efervescencia de los símbolos nacionales españoles por oposición al independentismo catalán. Todo nacionalismo necesita su contraparte. Patriotismo yo diría un poco ramplón y creo que temporal. Pero esta es otra historia.
Tuvimos la suerte de vivir las fiestas patrias y conocer la dramática y sangrienta historia de la independencia de México. Que el impulsador de la independencia, el Cura Hidalgo, proclamara el movimiento de independencia, 16 Septiembre 1810, en nombre de Fernando VII Rey de España y que el primer emperador del México independiente fuera un antiguo general realista, Iturbide, son ejemplos de que el proceso de independencia fue extremadamente complejo y paradójico. Las élites que promovieron la independencia de México eran criollas, de formación, origen y cultura española. Es cierto que existen unas profundas raíces pre-colombinas en la diversidad cultural de México y que algunos de estos grupos indígenas participaron en la guerras de independencia (muchas veces como carne de cañón). Pero el Estado Mexicano no es el sucesor del estado Azteca. Cuando Hernán Cortés arribó a las costas de Veracruz, México no existía. De hecho, Cortes se alió con los pueblos subyugados por los Mexicas para sus conquistas y realizar sus tropelías. Tampoco existía España cuando Tarik llego a las costas de Andalucía. Ni tan siquiera existía cuando se inició la mal llamada reconquista. Todo Estado necesita sus mitos fundacionales. Por todas estas razones, la relación del pueblo Mexicano con España y sus símbolos es de afecto-rechazo. Lo esencial y con esto termino es que en todo momento he tenido la sensación que somos pueblos hermanos o primos-hermanos. Si viajáis a México lo comprobaréis.

IMG_20170917_091412

En el Zócalo con nuestros amigos el día antes de la vuelta a España

Psicología DADA o cómo acabar con la psicología académica

Hace algún tiempo acudí a la defensa de una tesis y llegué a la triste convicción de que la psicología académica se encuentra en franca decadencia y que lo mejor que podemos hacer, para ahorrarle sufrimiento, es rematarla. Rematarla y esperar a que renazca en otro lugar y en otro momento libre de tanta vacuidad e insignificancia. No sería necesario utilizar un método cruel como el estrangulamiento, no sería nada personal. Lo haríamos por el bien de la razón crítica, cuyo templo es la Universidad, y que la psicología se ha empeñado en destruir. Un pelotón de fusilamiento en ejecución pública bastaría.

Sigue leyendo

¿Qué hay de malo en ser una piedra? I

Recorríamos un sendero que bordeaba una colina en el “Bayerisher Wald” (Bosque Bávaro), un parque natural al este de Baviera. El camino ascendía y se encontraba delimitado por la nieve que había caído de madrugada y que todavía no se había derretido. El sol de la primera hora de la mañana golpeaba nuestros ojos casi cegándonos. Caminábamos hacía el este.
Sigue leyendo

1-O: ¿Necesita España un terremoto como el de México para acabar con tantas estupideces?

El trágico terremoto del 19 de Septiembre que ha asolado ciudad de México y otras regiones del país aconteció poco después de que aterrizara en Sevilla procedente de aquella ciudad. Habiendo vivido el terremoto del día 7 de Septiembre, que dejó más de 90 muertos más al sur, en las zonas de Oaxaca y Chiapas, me invadió una gran preocupación y solidaridad por los amigos mexicanos, casi familia, que había dejado allí horas antes.

Aquí, en la dolorida España, me encontré con otro terremoto, éste de carácter político. Si el terremoto de México fue producto de la fricción entre la Placa de Cocos y la Placa de Norteamérica, ambas pertenecientes al mismo continente, el terremoto de España es producto esencialmente de la fricción de dos placas que pertenecen a la misma familia: la placa del PP y la placa del partido de la burguesía catalana: PdeCAT (antigua Convergencia). Es cierto que hay otros protagonistas y que hay una faceta legal muy importante, pero los dos grupos políticos son esenciales para entender la génesis de la situación.

Antes de envolvernos en l1329344369_936849_1329344498_noticia_normal[1]as banderas respectivas que nos tienen asignadas, hagamos historia. En 1996 José María Aznar fue apoyado por el PNV y CIU. El acuerdo del hotel Majestic posibilitó que Pujol, gobernara tranquilamente Cataluña, se supone que ya estaría robando a todos los catalanes, y Aznar gobernar España. Eran los tiempos en los que estaba bien hablar catalán en privado. Si echamos un vistazo a los porcentajes de voto en común tanto en el parlamento español como europeo en las últimas décadas entre PP y CIU nos llevaríamos una sorpresa, el porcentaje es significativamente alto.

Luntitledas alianzas entre el PSOE y CIU también son llamativas. ¿Quién ayudó a fracasar la querella que los fiscales José María Mena y Carlos Jiménez Villarejo elaboraron en mayo de 1984, contra el consejo de Administración de Banca Catalana, incluido su vicepresidente ejecutivo, el mismísimo Jordi Pujol, entonces presidente de la Generalitat?: Felipe González y el PSOE de entonces. ¿Quién apoyó a Felipe González cuando perdió la mayoría absoluta en 1993? Los nacionalistas catalanes. El propio diario el PAÍS anunciaba la paralización de la querella el 19 de Mayo de 1984: “no sabemos dónde ni quién la parará [la querella], pero estamos seguros de que no seguirá adelante”.

Podríamos seguir… De cualquier forma, todos estos datos se pueden encontrar fácilmente en las hemerotecas, en internet, procedentes de diversas fuentes y cualquier persona con memoria o con interés serio en la cuestión puede informarse.
Es verdad que en los últimos cinco años este porcentaje de acuerdo ha disminuido, pero este hecho no refuta la máxima: El partido conservador catalán y el PNV han sido aliados y sostén del sistema político constitucional español tras la transición y ni el PSOE ni el PP, grandes partidos constitucionalistas, han dudado en aliarse, negociar y conceder prebendas a ambos. Supongo que algo habrá que agradecerles, ¿o no? ¿Acaso no se conocía en Madrid hace años la corrupción en Cataluña? Si incluso Maragall lo hizo público en el Parlamento Catalán: El famoso “Su problema es el tres por ciento”. Pueden buscar el video en internet ¿Por qué no se investigó entonces? Respondan ustedes mismos.

¿Cuándo se rompió está relación? ¿Se rompió el amor de tanto usarlo? ¿Cuándo la burguesía catalana, el “seny” catalán, se echó en manos de los radicales independentistas de izquierda? ¿Cuándo el PP descubrió que los nacionalistas catalanes eran unos corruptos y unos dictadores? Teorías e hipótesis se pueden encontrar muchas últimamente en la prensa. Desde luego, puede sugerirse un cambio demográfico y un trasvase de voto que ha hecho al nacionalismo conservador catalán muy vulnerable y lo ha obligado a acercarse a las facciones más independentistas. También, podemos suponer que la imposibilidad de ambos partidos de buscar un equilibrio y tapar las cloacas de su corrupción los ha obligado a girar hacía su espectro más radical para salvarse, dando así oxígeno a los más radicales de ambos bando y obligando a los más ingenuos a tomar partido.

Me voy a mojar, mi posición sobre la cuestión se reduce a cuatro puntos:

1) El parlamento catalán no tiene ninguna legitimidad, ni base legal, para declarar la independencia con poco más del 55% de diputados pro-independentista y con menos del 50% de la población que los apoye según las últimas elecciones, exactamente el 47%. ¡Ninguna! Tampoco la consulta del 1-O tiene ningún sentido. La indigencia intelectual de los líderes independentista es penosa, de los otros prefiero no hablar. La entrevista a Puigdemont en tv daba vergüenza ajena.

2) Es posible que el estado esté obligado a responder legal y policialmente a la iniciativa independentista. ¡No hay democracia sin el respeto a la Ley! Pero no nos equivoquemos, la fuerza de la Ley no basta para construir una nación. Por sí sola la Ley no soluciona absolutamente nada, o no soluciona nada a medio y largo plazo. ¿Vamos a dejar 10.000 policías indefinidamente en Cataluña? Un estado de derecho debe ser aceptado y la ciudadanía debe identificarse con el mismo para que éste pueda sobrevivir. La necesidad de la fuerza ya es signo de debilidad. Por lo tanto, algo más habrá que hacer.

3) El parlamento catalán con una gran mayoría de diputados a favor de alguna consulta acordada sobre la independencia (casi el 60% según las últimas elecciones) está totalmente legitimado para solicitarla y el resto de España, especialmente los partidos constitucionalistas, harían bien en aceptar la idea antes de que sea tarde.

4) La crisis de Cataluña y la ruptura total con el nacionalismo burgués catalán, esencial hasta ahora para mantener la estabilidad, es un nuevo signo de la quiebra del orden constitucional que se estableció con la transición. Hay que reformar la Constitución y repensar el país. Es complejo, pero no hay otra salida. Con generosidad e inteligencia se puede hacer. La ley, la Constitución hay que respetarla, pero no puede ser utilizada eternamente como una barrera contra cualquier cambio. O se acepta este hecho con valentía y arrojo o vamos al desastre.

«Para que la ley humana sea justa y pueda obligar no basta la voluntad del legislador, sino que es menester que sea útil y sirva a la república y acompasada a lo demás… si la ley no es útil a la república, ya no es ley»

Fray Francisco de Victoria, Orden de Predicadores. «Del derecho natural y de gentes», siglo XVI)

Pues eso, lo que dijo Fr. Francisco de Victoria que no parece un radical de izquierda.

Pero claro, más fácil que todo esto es que usted se envuelva a en una bandera: Puede elegir entre la estelada y la española. Ahora, tenga en cuenta que cuando las banderas se utilizan para envolverse se pudren rápidamente y empiezan a oler, especialmente si lo que esconden es corrupción política y económica y sobre todo, que es casi lo más grave, pobreza intelectual. Yo comprendo que se pueda ser independentista, lo comprendo, pero no lo comparto. Ninguna ideología nacionalista es compatible con mis principios y me siento orgulloso del himno andaluz “Por España y la Humanidad”. Pero que te dejes guiar por un grupo político que ha estado robándote delante de tus narices, no lo entiendo. Lo mismo digo por el otro lado. En las últimas semanas, aunque no se hable de ello, siguen imputando y enjuiciando a miembros del partido que nos gobierna. La lista es interminable. Qué razón tenía Samuel Johnson, un ilustrado liberal británico, cuando dijo que «el patriotismo es el último refugio de los canallas.» Estamos plagados de canallas que nos van a llevar a una verdadera tragedia como ya lo hicieron otros ineptos desde tiempos de Fernando VII hasta el siglo XX.

¡Qué alegría ver tanta bandera española por las calles! Me pregunto por qué no se ven más a menudo. Pero si parece que juega la selección… También estarán muy felices los independentistas al observar Barcelona plagadas de esteladas. ¡Cuánto colorido! ¿Acaso no nos damos cuenta que los desastres más oscuros de la humanidad han venido precedidos de una gran profusión de banderas y una evidente tergiversación del lenguaje? ¿En qué pensaban unos ciudadanos y ciudadanas al despedir a las fuerzas de seguridad con gritos de “a por ellos” como si fueran legiones que van a luchar contra los bárbaros? Y encima lo graban y lo cuelgan. ¡Qué alegrón se tuvo que llevar Ana Gabriel y qué éxito entre los independentistas! Algunos afirman que en Cataluña los políticos independentistas han comido el coco a los jóvenes. ¡Pero si no hace falta! Ya tenemos a algunos familiares de la Policía Nacional y la Guardia Civil para demostrarles de la forma más eficaz a los jóvenes que Cataluña, de facto, es otro país. ¡Y encima sin gastarse un duro!

Siento vergüenza de mí mismo y de los españoles, incluido los catalanes, se sientan o no se sientan españoles, ¡me da igual! La Patria es un lugar donde sentirse orgulloso de ser Humano y hoy en día en España hay demasiada mezquindad, demasiado odio, demasiado verbo inflamado, demasiado estilo canallesco que no augura nada bueno. En cualquier caso, lo que venga nos lo mereceremos.

Hoy, por ejemplo, me siento más canadiense que español. Sin alharacas, discretamente, han acogido con eficacia el cupo correspondiente de refugiados que los acuerdos internacionales les tenían asignados, ¡27.000 personas dignamente acogidas¡. ¡El único país que lo ha hecho! Sin embargo, aquí…. Bueno para qué hablar de aquí, estábamos en otras cosas.

También me siento mexicano. El pueblo mexicano está dándonos una lección de coraje, solidaridad y rebeldía. Hasta cierto punto el terremoto los ha despertado. Jóvenes han tomado la iniciativa en la formación de los equipos de salvamento y en la organización de las ciudades ante la pasividad y corrupción de los distintos gobiernos. Se han percatado que sólo ellos pueden levantar el país. Cuando es la generosidad la que gobierna un país entonces los símbolos de ese país no limitan, no se blanden en contra de nadie como un arma, no hay que defenderlos porque se defienden solos. Cobran vida, te engrandecen y te emocionan, incluso a los que han nacido a miles de kilómetros. Espero que ese coraje no se apague con el paso del tiempo o la haga lentamente.

¡España, defiéndete de los españoles! ¡Nosotros hechizados por unos descerebrados ya te hemos abandonado como lo hicimos en otras ocasiones en tu larga historia! Sólo tú, retemblando en tu centro, puedes despertarnos y librarnos de los líderes que nos ciegan y que han urdido tu condena. ¡Tiembla! ¡Tiembla y derríbalos! ¡España necesita un terremoto!

El valor de la diferencia I. Biodiversidad

 

(Conferencia impartida en Caleruega, Burgos, en el XLV Encuentro de la Familia Dominicana)

Hoy en día la humanidad comparte un mismo espacio simbólico virtual gracias a las tecnologías de la comunicación, internet, y al desarrollo de los medios de transporte. Sin embargo, al mismo tiempo, sigue conservando las características específicas de cada grupo cultural: creencias, valores, significados, etc. Es más, incluso podríamos decir que existe una búsqueda de las identidades primitivas como mecanismo de defensa ante la globalización. Este fenómeno tan complejo supone un gran reto.
Sigue leyendo